jueves, 24 de mayo de 2007

Una fe que mueve montañas....


Creer o no creer esa es la cuestión.

La fe y la religión tienen en mi vida significados muy particulares, bah... son mi vida y fueron parte de mayor parte de mis días.
De chiquita recuerdo asistir a Misa, con seis años... de la mano de una amiga, cuatro años mayor que yo y quedarme extasiada ante el altar de la capillita del barrio.

Así todos los años, hasta que llegó el momento de hacer mi primera comunión.

En casa no eran personas muy apegadas a la religión, pero nunca impidieron que yo me enganchara con todo lo que estaba relacionado ni me prohibieron no hacer las actividades que siempre organizaba la parroquia. Así llegó el tiempo de mi comunión y el tiempo de mi confirmación. Me sentía tan a gusto en ese ambiente, tan familiar me resultaba, que fue una de las pocas veces que me animé a cantar en público y a leer los guiones de la misa...

En la parroquia era funcional. Era útil. Siempre tenía algo para hacer y lo que hacía, lo hacía más que bien.
Cuando terminé de prepararme para mi Confirmación, llegó la invitación que tanto esperaba, si quería ser catequista. Con trece años, mi vocación docente a cuestas... me vieron pasta para enseñar. Y no se equivocaron. A esa edad me hice cargo de uno de los grupos de catequesis, que tenía muchos chicos más grandes que yo. Y salieron adelante, y salí adelante.

Me críe en un mundo rodeado de oraciones y de sentimientos divinisimos... fui "haciendo mía" cada oración y cada sentimiento. A tal punto que mi fe en todo lo que veía fue en aumento. Aprendi a rezar. A que si quiero rezar a Dios no necesito formulas ya probadas, solo las palabras que salen de mi corazón. Creo que ahí aprendi a hacer oración espontanea. Con el tiempo mi misticismo fue creciendo y mi fe que acompañaba mi andar, mucho más. Me fui dando cuenta de que el hecho de tener fe me ayudaba muchisimo y me permitía llevar adelante las empresas más complicadas. Siempre encomendaba mi alma a la oración y siempre todo salía bien.

¿Cómo no voy a confiar en que la fe puede mover montañas?


A medida que te vas convirtiendo en adulto, vas perdiendo ciertas creencias y ya no te haces habitué de tanta tradición religiosa. Como adulto te empiezas a cuestionar ciertas cosas, y muchas no cierran en tu vida. Como adulto aprendi a mirar la vida religiosa con otros ojos, no con mis ojos embelezados, sino con ojos respetuosos de quien ve algo que jamás haría pero que admira quién lo lleva adelante.
Y a pesar de todo, mi fe sigue estando. Podría haber cambiado en cualquier momento, podría haber desistido de creer, si mucha gente me quiere demostrar que nada es posible, que a Dios realmente no le interesamos.

Pero qué importante es sentir qué si yo necesito tranquilizarme, con solo invocarlo, me siento protegida. Cuando las cosas no van bien, es mi descarga. Cuando necesito conversar o necesito llorar... hablarle al cielo me hace bien y su presencia no es lejana sino que cada día más cercana.
Cómo reclamarle a el por lo que el hombre hace mal. Cómo reclamarle a él que muchas veces no me acompaña, cuando en determinadas circunstancias intentamos sacarlo de nuestra vida y tirarlo en un rincón para que no moleste en mi conciencia ni mi vida cotidiana. Pero siempre sigue ahi y cada vez que lo necesité, siempre estuvo para ayudarme.

Creer se hace tan indispensable en la vida. Mi objeto de creencia es Dios y mi fuerza interior. Para otros, su objeto de creencia será un animal, una persona, un objeto, pero igual lo tienen. Qué importante es sentir que podemos apoyarnos en alguien o algo y que de esa forma podremos pedir en paz que todo mejore.
Sentir que todo va a ir bien, nos predispone de manera especial ante los acontecimientos. Sentir la fe en nuestras vidas, es encontrarle el toque de corazón a nuestra vida y la fuerza interior que todo lo puede...

Creer se hace necesario. Creer es tener una fuerza extra al lado nuestro. Creer es jugar con ventaja... Creer es depositar en un Ser superior nuestras preocupaciones....
Creer es parte de mi vida... Yo no SOY sino creo.


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