miércoles, 30 de mayo de 2007

Atardecer de un día agitado...


El día terminaba
y el cansancio aumentaba.

Su cabeza sobrevolaba

rincones inesperados

Ya no sentía las piernas,
los brazos se adormecían.
Los ruidos la alborotaban

y el movimiento la aturdía.

Solo quiso cerrar sus ojos,
solo quiso descansar

echar su cuerpo al olvido
y su cabeza a volar.
Ya no siente ni el frío,

ni la dureza del viento.


Es más fuerte su cansancio,
tanto tiempo sin dormir,
tanto sueño acumulado,

tantos días a mil.


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