Mis pies están cansados. Se sienten débiles y poco compuestos.
Han recorrido muchos tramos, muchas sendas, muchos terrenos: duros y blandos. Conocen infinidad de paisajes, han atravezado muchos obstáculos, han subido, han bajado, han parado en medio del camino.
Pero el paso es firme. Eso aprendí desde siempre. Caminar firme para dejar huella, aunque sea suave, aunque el terreno duro solo permita dejar un pequeño indicio del terreno recorrido.
El largo camino, los terrenos dificiles dejan heridas en mis pies. Muchas heridas que tardan en curar, que me impiden caminar con facilidad, que no permiten dejar la huella marcada en su totalidad.
Querer pisar fuerte y no poder, querer caminar mucho y no poder. Esos momentos son necesarios para esperar, para descansar y dejar curar.
La vida es una largo camino que me ha tocado recorrer, con diferentes personas que me ha tocado compartir. Muchas heridas que me han tocado curar y muchas paradas que me han obligado a hacer. Pero sigo caminando, aunque sea lento o imperceptible, pero sigo andando. Todavía tengo mucho por hacer, mucho calzado por gastar, muchos pasos por contar, mucha vida por vivir.
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