sábado, 5 de mayo de 2012

No se puede juzgar lo que no se conoce. No se puede juzgar por dichos de otros. No se puede juzgar solo por solidaridad. No se puede juzgar a las personas sin conocerlas ni los hechos sucedidos sin vivirlos. Se comete el riesgo de condenar al inocente o de bendecir al culpable. Por eso es inteligente, el silencio y no la palabra desbocada que intenta herir para defender a una persona. En ese intento de defensa se puede herir sin sentido. Una palabra dicha desató un juicio, era preferible callar para no avivar tanta belicosidad.Esto de exiliarse en el silencio se está haciendo cotidiano, pero sacar la cabeza implica que te peguen o que a muchos les moleste. Hablé y tendría que haber callado. Contesté y tendrá que haber ignorado. Silencio total. No más palabras dedicadas a situaciones y a personas que no me hacen bien. Ojalá entiendan que hasta las buenas personas pueden hacer daño o no permitir que uno crezca. Hay que saber renunciar y hay que saber aceptar que no podemos permanecer al vida de todas las personas por más que queramos.Hace unos cuatro años renuncié y esa renuncia me ocasionó un dolor que todavía sigo sufriendo. Hubiera querido acompañar, por bondad, pero ya no era parte de una historia, ni me sentía parte de ese presente. Sin más, me retiré.... no di explicaciones, tampoco me las pidieron porque un ciclo se había cumplido y seguir insistiendo solo provocaría malestar y más dolor. Hoy esa gente, forma parte de mi pasado, que todavía me duele pero que no me impide seguir viviendo. Desprenderse de personas no es fácil, la sensación de pérdida es dolorosa y la sensación de desgarro permanece por mucho tiempo. Muchas veces se intenta volver, pero casi siempre reconozco que es el peor error. Mejor dejas las cosas como están... y dejar pasar. 

1 comentario:

Anónimo dijo...

que verdad tan grande,duele mucho desprenderse de las personas,eres muy valiente por conseguirlo

sonia