Mucha gente forma parte de mi vida. Muchos participan con insistencia, otros desaparecen sin motivo. Cada uno me enseñó algo en la vida, cada uno me mostró caminos diferentes que seguir y nuevas herramientas que me ayudaron a construir mi vida. Hay gente que no quisiera que se fueran jamás, pero cumplen una misión y parten: unas al más allá, otras al más acá, pero se alejan. Han entrado y salido personas de mi vida, tanto como mis respiraciones vitales. Y es necesario que así sea. Es necesario mantener todo aquello que HOY nos hace bien y que le regalan a la vida un toque de aire fresco, que nos dan algo positivo. Es necesario dejar ir a aquellos que ya cumplieron su misión y que no agregan nada diferente a lo vivido. Es doloroso dejar ir, porque se siente el desgarro del desprendimiento.
Uno se encariña con la gente, pero seguir insistiendo sería perjudicial para todos y más para uno. Forzar las relaciones nunca será favorable por más que uno se sienta bien conteniendo a la persona que quiere mantener con uno. Es mejor dejar ir... para no perder, para no dañar. No todos están en el momento que los necesitamos, ni tienen las respuestas que requerimos de la vida. No siempre estamos en la misma sintonía. En estos casos, el Egoísmo se tiene que convertir en un actor de segunda linea y dejarle su lugar a la Generosidad del que realmente ama y deja SER. Dejar partir, doloroso pero necesario.
Es doloroso, que tu rosario vital se desprenda de algunas cuentas, hasta se ve incompleto y desalineado. Pero unas cuentas menos, hacen un poco más liviana la vida.
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