Pensar sobre la vida me resulta algo natural. Sentarme frente a la computadora y repensar mi vida y escribir sobre ella es un ejercicio habitual. Hablar, intercambiar ideas han hecho que conozca aún más a fondo todo el sentimiento que encierra mi alma.
Muchas veces en este ejercicio diario voy descubriendo aspectos de mi vida que desconocía totalmente, en otras situaciones redescubro mi vida dándole más ímpetu a aquello que sabía que poseía y que se con certeza que me va a ayudar a resolver diferentes situaciones. Otras veces descubro aquello que no me gusta y sin embargo tengo que aprender a aceptar para luego intentar cambiar.
Hoy pienso y trato de recordar, cómo era mi vida antes de iniciar esta etapa de tanta reflexión. Y me respondo, tan vacía, tan inútil, sin motivos, sin sentido. No era que no tenía proyectos, porque siempre los tuve y creo que voy a morir con muchos de ellos sin concretar o ya concretos pero siempre en mente. El tema es que nunca me dediqué a pensar cómo mejorar mi vida, dejaba transcurrirla así, sin más. Era como arena que se va entre mis dedos, como agua limpia que no alcanza a sostenerse entre mis manos. Así era mi vida, fluía, se iba, no me dejaba nada, simplemente iba.
Las situaciones que no son muy habituales, las situaciones que resultan muchas veces dañinas para nuestra persona suelen ser disparadores de hechos tan saludables como ponerse a pensar en uno mismo o a evaluar su vida para ver si seguimos o no en el mismo rumbo o necesitamos cambiar un poco de aires y de ideas.
Hechos que nos lastimaron que si somos lo suficientemente inteligentes, podremos aprovechar para nuestro futuro mejor, para una vida mejor.
Todo lleva tiempo, todo conlleva una cuota de esfuerzo extra que no siempre poseemos y que muchas veces debemos esperar a que aparezca en nuestra vida, normalmente a través de las personas que suelen preocuparse por nuestro bienestar.
Pensar, reflexionar, escribir, desmenuzar la vida en palabras, darle un sentido es lo que HOY me está ayudando. Es como entablar un diálogo con una persona a la que no veo, a la que no conozco personalmente, pero que siempre está del otro lado de la pantalla para leerme, para pensar íntimamente qué respuesta darme, aunque nunca escriba. Es mantener un diálogo donde la persona activa soy yo y el otro, aunque no en cuerpo presente cumple un papel de "escucha" que es tan necesario para sobrellevar la vida cotidiana.
Escribir es establecer un diálogo. Todas las noches converso con mi alma, con el alma de aquel que lee mi escrito, por casualidad o porque viene a leer siempre alguna locura que suelo poner. Es un dialogo, dónde cada comentario es una respuesta a ese diálogo.
Escribir, descarga tensiones. Permite que deje fuera de mi todo lo que me hace mal, sacármelo definitivamente, extirparlo de mi alma. Es preferible esta situación a utilizar a otras personas para tirarle todo lo malo que puedo tener dentro mío. En este ejercicio diario, no resulta nadie lastimado, más allá de alguna persona a la que suelo aludir directamente y no queda margen para que se confunda o piense que hablo de otra persona. Cuando aludo directamente, es porque necesito hacerlo, aunque mi intención no sea lastimar, sino simplemente descargar.
Este ejercicio de escribir se hizo carne en mi y creo que voy a practicarlo todos los días de mi vida. Ya no me veo un día sin escribir, sin contar, sin descargar, sin pensar, sin reflexionar, sin buscar aquella frase que me sirva de disparador, aquella imagen que me resulte significativa, aquel hecho que ha dejado alguna huella en mi o simplemente aquello que surge a borbotones de mi alma, aunque no tenga coherencia.
Señores, pertenezco al mundo de la escritura. No se si puedo llamarme escritora, pero puedo decir que escribo vida, reflejo vida y muestro vivencias. Soy lo que escribo y escribo como soy. A veces triste, muchas veces melancólica, otras con miedo, otras alegre, otras con ganas de cantar. Pero esta soy yo, aqui estoy. Hoy puedo decir que estuve descubriendo a esta persona que tenía en mi y que no dejaba salir por miedo a exponerse inútilmente ante la gente. Hoy descubrí que fue bueno exponer tanto sentimiento, porque mi carga se hizo más liviana y porque aprendi que siempre hay alguna persona que tiene algo útil para decirme y de la que yo puedo aprender.
Seguro que no va a ser la primera ni la última vez que hable sobre este tema. Con las cosas que resultan significativas en mi vida suelo ser muy recurrente y hablar, hablar, hasta que logro desmistificarla y aprovecharla, para hacerla parte de mi existencia. Muchas veces suelo repetir temas, con diferentes formatos, con diferente texto, muchas ideas expresadas de diferente manera, pero en diferentes épocas de mi vida y con significados diferentes.
Esta soy yo, en el mundo de la escritura. Este es el nuevo yo, que he descubierto hace poco tiempo. Muchos desconocerían a esta persona, porque hay mucho que ya no piensa como antes y mucho que ya no resuelve como antes.
Hola, soy Claudia y vos?
1 comentario:
Quedamos que yo soy tu representante literaria!
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