Miedo al abismo

Al borde del precipicio, originalmente cargada por Payuta Louro.

Me siento a mirar la inmensidad del espacio. Respiro profundamente para no sentir el vértigo de la situación. El viento me choca la cara, se lleva un poco de mi aire y casi no me deja respirar. Me sostengo con fuerzas, no deseo caerme, pero el suelo me llama, me atrae, me invita a encontrarse conmigo. No es una invitación deseada, pero es fuerte la atracción.

En el extremo de una decisión, con el riesgo a flor de piel. Necesitas un poco más de valentía para estar en ese lugar. Mis miedos se van juntando, todos dentro mio y me pesan, me duelen. A pesar de sentirme demasiado liviana para sostenerme en el viento, el peso de mis miedos me empuja hacia abajo. Que sensación tan contradictoria. La contrariedad, el temor, la impotencia se juntan a jugar un juego terrible, el del vértigo, el del miedo al abismo.

No todos tienen este problema. Debe ser algún miedo que tengo encarnado en mi vida, algo que ha sucedido que hace que no pueda estar en la altura. A veces quisiera no correr riesgos, pero es inevitable. Alguna vez tenté a mis miedos subiéndome a un juego de altura en el Parque de la Costa, demasiado osada, demasiado arriesgada, sobre todo conociendo mi temor a las alturas. Pero claro, a todo eso me sobrepuse, pero el miedo sigue estando y en determinadas épocas es fuerte y hasta paralizante.

En este momento mis miedos se deben estar riendo de mi, porque saben que siempre me están provocando y poniendo a prueba y que no puedo quedarme en paz, que en realidad, no los dejo en paz.

Estos miedos no son parte de mi voluntad. Si fuera por mi ni existirían, los aventaría muy lejos..

Siempre estoy diciendo que quiero volar muy lejos y muy alto... pero prácticamente sería un suicidio... mi corazón no resistiría tanto riesgo, tanta altura. El abismo provoca una sensación de marcada soledad. Estás tu, tu alma y nadie más. Por eso los miedos acechan, porque te encuentras débil y sin compañía.

Cuando estás acompañado, todo desaparece, porque el amigo es tu sostén y si confías en él, nunca te dejará caer, nunca dejará que corras con el riesgo de irte con el abismo. En las alturas, la compañía se convierte en un ancla, en un sostén y los miedos desaparecen, no están.

Toda una vida viviré de esta forma. No demostrando mi temor, callando mis miedos y peleando internamente conmigo para no sucumbir, para no llorar, para no gritar de pánico al abismo.

Afortunadamente me sucede solo con la altura y no con otras situaciones. El riesgo no es el motivo de mi miedo, porque tomar decisiones que involucren mi vida no me cuesta... solo la altura y mi vértigo. Cosas de la naturaleza, raras cosas de mi naturaleza...