Cargada por Toni Blay el 16 de oct '05, 2:31 PDT.
Me hace pensar más de la cuenta. Me pide que analice, que reflexione, que compare, que no tome decisiones apresurada. Que pese cada movimiento que hago, qué piense en sus consecuencias, que vea que nadie saldrá mal afectado.
Me hace determe, vivir a pausas. No me permite el desenfreno, ni siquiera la mirada lúdica de quién pretende romper las reglas, aunque sea un poquito, solo para cambiar un poco el aire del ambiente.
Me hace caminar pensando siempre en qué puede pasr, qué gente encontraré y cómo deberé actuar. Me hace fría, a veces inflexible, otras muy solemne, dándole a la vida ese toque de seriedad que ella pide, para poder tomar decisiones con calma y mantener siempre los pies en la tierra.
Maneja mi vida, mis actos y hasta mis palabras. Cada dicho es pensado, cada gesto en medido, toda mi vida está planeada. Solo caben para ella los planes con fundamento, mi vida con basamento.
A pesar de tanto plan siempre entra en contradicción. Se enoja, se pelea, no acepta la duda que surge naturalmente en su vida. Detesta la acción de mi corazón, que no piensa, no planea, solo actúa, solo ama sin contemplación.
Con el trajín de la vida, termina el año cansada, a veces adolorida, otras muy golpeada. Tanto esfuerzo puesto en mí, tanto en no equivocarse que no disfruta ni siente las buenas cosas vividas.
Hoy descansa tranquila, no tiene ganas de esfuerzos. Aprendió a vivir en paz con el corazón abierto. Cabeza y corazón hoy se dan la mano. Descansan el uno en el otro, cuidándose mutuamente. Mi cabeza tolera a mi corazón (aunque no lo entienda) y mi corazón ama a mi mente... que extraña conjunción!
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