No quiero callar mis palabras por conformidad, no quiero limitar a mi alma por no sentirme oída. Que las palabras se las lleva el viento, lo se... será por eso que todo lo escribo. A veces escribo coherentemente y con ideas muy claras. Otras simplemente son escupitajos de mi alma. ideas cortadas y sin conexión, trozos de vida, pedazos de emoción.
Muchas palabras siento que son palabras sin destino, que navegan por el mar profundo de mi alma y no encuentran tierra donde estacionar. No tienen dueño, ni siquiera me pertenecen, pero muchas veces nadie las toma, nadie las quiere, nadie las necesita y ahi quedan, en un trozo de papel, emulando ser obra de una gran creación.
Estoy repasando todo lo que he escrito desde la primera vez hasta hoy. He cambiado tanto, mis palabras han cambiado tanto. Hay textos que hubiera deseado no haber escrito nunca y otros quedaron inconclusos, sin haberlos terminado como hubiera querido. Hay palabras que voy reescribiendo y que todavía me duelen, frases que me recordaron situaciones indeseadas, recuerdos que volvieron a mi mente y hoy puedo ver desde otra vida, desde otro sentimiento, desde otro lugar.
Es raro leerme hace un año atrás, parece que hubiera escrito otra persona, hay sentimientos que no reconozco, situaciones que parecen que hubieran sido vividas por otra persona y no por mi. Es raro seguir escribiendo un año después, aunque ya no hay un dolor ni un clamor de mi alma, solo murmullos suaves, palabras simples, ideas de vida, formas de ver el mundo en el que estoy parada.
La vida ha cambiado, mi vida ha cambiado, todos hemos cambiado.
Ya no extraño, ni siquiera hay lamentos... por suerte, hay mucha tranquilidad y muchas expectativas por todo lo que vendrá.
Hoy es día de nostalgias, no fue un gran día. No había ganas de charlar, me quedé en el silencio de mis letras sin siquiera compartirlas, sin siquiera mostrarlas. Pero seguiré escribiendo... aunque no tenga temas, aunque no tenga motivo, aunque mis palabras no tengan destino.