Hoy no necesito sacar tantas palabras de mi vida. Mi alma descansa tranquila en las palabras de afecto que mucha gente me dio. Mi vida se ha tornado tan tranquila, que ya ni piensa en desbocarse, en alocarse o en transformarse en veneno puro que inunde alguna razón. Hoy son palabras medidas, meditadas, muy pensadas y muy sentidas, pero no por eso dejan de ser sinceras. Mis palabras tuvieron la cualidad de decir siempre la verdad que mi alma quiso expresar, a veces las edulcoré un poco para no ser tan dura, para no lastimar más de lo que lo había hecho, para no decir palabras demás y de las que después podría arrepentirme. En su momento mis palabras tuvieron un destinatario claro, con el tiempo mis ganas de responder fueron desapareciendo y empecé a mirar a mi alrededor y a dedicarle frases a mi vida. Hoy ya no hay destinatario, por más que alguna piense lo contrario, ahora hay mucha creación detrás de cada texto, mucha espontaneidad que se dirige a otros destinos... Hoy mis palabras tienen un sentido y tienen un lugar... ya no vuelan desbocadas por el aire... tratando de encontrar donde parar. Hoy son como caricias, como manos que abrazan, dulces sonidos que envuelven corazones, hoy son consuelo, son apoyo, son calor... y ya no son desolación.
Las palabras fueron cambiando conmigo, fueron creciendo, fueron madurando, hasta fueron encontrando su lugar a medida que yo me iba encontrando... y hoy soy asi, la misma que fui entonces, que no dice palabras sin pensar, porque ellas tienen donde estacionar, donde posarse para descansar y con tranquilidad poderse completar. Ya no buscan lastimar, solo pueden llegar a decir adios y no sentir rabia, sino alivio porque ha aprendido que todos merecen su espacio y todos merecen su vida, inclusive yo misma. Nadie puede vivir atado a mis palabras, ni preocupado por ellas... porque no viviría realmente, viviría esclavizado... Hoy les gritan Libertad, para que abran los ojos y se sientan libres... pero ya no pueden ayudar más... y si el tiempo se acabó, nunca fue esa su intención.
Ni dagas, ni espadas, ni sal en las heridas, ni espinas en el alma... simplemente palabras.
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